martes, 12 de febrero de 2008

Exposición de Envergadura


Obedeciendo al relámpago de la intuición y del azar surge la exposición de Envergadura. La envergadura es la distancia existente entre la punta y punta de las alas abiertas de un pájaro y de los brazos en cruz de un hombre. Al igual, es el ancho de una vela. Lo mismo aplica para referirse a los libros. Ellos reflejan la amplitud de las velas que impelen con el viento horizontal al espíritu del hombre a navegar en las más altas ondas marinas, azúleas. Sus alas están abiertas para que os arriesguéis a cabalgar el vuelo que, como Cristos, los escritores han querido legar a las generaciones que tiempos atrás, fueron futuras, a saber, la nuestra, nosotros.

Envergadura es, asimismo, amplitud, importancia, alcance. Los libros toman esta esencialidad en cuanto son puertas de entrada y de aproximación a los más recónditos meandros interiores del alma y vida humana. Ahí los tenéis a la mano para que los acariciéis. Hoy podéis deslizar los dedos por el plumaje de las Mil y una noche o asomarse desde el bordo de la biblioteca a la locura del Quijote, caballero de la triste figura. También, casi como recordando antiguo linaje, observar algún rostro de las Razas Humanas. Y esperar entre risas el florecer de un pensamiento que una niña traviesa, bien puede sembrarnos. Mirarse al espejo sin contorno de la poesía, uno de cuyos trozos, Pedro Arturo Estrada, hunde sus raíces en Girardota, así como desde el ámbito de la socio-lingüística, Víctor Villa Mejía. De pluma y sangre la belleza y savia sabia de los libros. ¡Lanzaos!

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